Aquel hombre, que, no se regale a sí mismo 
¡no regala nada! ni siquiera con un abrazo,
todo cuanto regala, proviene de la nada
no le pertenece, nunca le perteneció
¡nunca! nos aparece en la contabilidad, 
- tan solo es una sombra que se ve pasar,  
otro mono poco evolucionado con un regalo,
¡con su ego! del preciso tamaño de la catedral. 

.
Por favor, 

que ni se les ocurra aquí en la eternidad. 


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