Es la vida quien nos empapa, quien nos seca es el sol,
una cloaca en donde cada historia pueda ser contada en cascada,
por cualquier ausente.
Suele ser cada máscara, cuando cambia de rostro al ser contada,
¡el final de la casa del caracol! en la soledad de su caparazón ...
aquella subida y bajada, donde no existe la luz al final del túnel.

Es el hacer del alma ¡una gota de agua! ... el latir del corazón, es,
la eternidad cuando cambia de rostro ¡como luna embrujada!
la vida y la muerte de cualquier ausente... inmersa,
sobre ¡el final de la casa del caracol!
que habita en la soledad de su caparazón ...
y que poco por poco, se va haciendo eterna.

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