Nos encontramos inmersos en una cultura que se caracteriza, porque - el otro - norma - el como - de nuestro yo; especificándote, como debes comportarte y los protocolos que debes seguir en la sociedad, de la misma manera que las abejas en el panal, motivadas por hormonas, que las hacen vivir toda su vida inconscientes, manteniendo una vida mecánica, misma que, sustituye, por lo tanto, rápidamente al proceso de "libre" competencia y autonomía individual, cambiándolo por un único órgano centralizado (tipo chino, del socialismo corporativo, con capital gringo y con otros gringos no chinos, medio latinos, endeudados para siempre en el norte) súper eficiente, con un relato único impuesto a raja tablas, de manera orwelliana sobre las poblaciones, mientras el monopolio supra estata,l se devora, toda la información (incluyendo el cuerpo deznudo de tu esposa) sin nuestra autorización y "con el único ánimo de hacernos cada vez, más eficientes" a saber tres píldoras al día, ocho vasos de agua y lo demás para ser feliz lo encuentras en la red. 
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¿Qué pasa entonces, con todos aquellos, que no queremos ser cosas "súper eficientes" que vivimos con un propósito propio? aquellos que, no queremos ser como maquinitas sin autonomía propia, compitiendo por competir, ad infinitum, sin propósito alguno; con mayor motivo ahora, que contamos con toda la tecnología necesaria disponible para todos y asunto resuelto.  No se puede competir ad infinitum en un sistema cerrado, cuya economía tiene un límite, cuantitativamente, inventando el consumo, como si fuese la única virtud del ser de todas las cosas y las adicciones guiadas por los mecanismos de recompensa y el desequilibrio provocado de nuestros instintos, los cuales se ven constantemente atacados, sobre todo a los más jóvenes. 







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