Protejamos nuestras identidades colectivas y familiares; el ataque es directo a la identidad humana.

Comenzando por los jóvenes, que pasan por ciertas etapas en las que sus identidades aún no han concluido de formarse. Las familias tienen que ser el escudo; el arraigo milenario, que a pesar de todo, muchos de nuestros pueblos hispanoamericanos han sabido mantener vivos, y listos para decir "presente" en estos momentos, en que los valores milenarios y eternos pueden guiar a las familias y las multitudes de familias a mantenerse unidas.

Nuestras entidades humanas, provienen de la familia, ante todo, somos; padres, madres, hijos, hermanos o amigos, que hemos formado, constituyéndose en cada experiencia de vida, como los valores eternos que nos caracterizan ante los demás (no solo, somos sapiens) para constituirse la familiaridad (Lorentz) como el universal humano mas significativo; compuesto de experiencias mismos que, se gestan de manera natural y no así; por ocurrencia circunstancial de cualquier tecnócrata postmoderno en su breve transitar por este mundo.

Se trata de guerras o, mas bien, invasiones o tomas de territorios, mediante el cambio de identidad, para que el sujeto - ya no pueda adoptar cualquier identidad natural - sino que, en el futuro se le insertarán sus identidades de acuerdo a las necesidades del sistema (Brzezinski) de acuerdo a las disposiciones del sistema.

Seremos como máquinas; habremos pocos humanos (los indispensables para que los atiendan ...) y todos los demás siguiendo instrucciones encerrados en sus casas.

Esto; de algún modo, traslada la batalla al campo del poeta, en donde todo vale.

Nuevo look; la pijama

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