Al final cualquier proceso virtuoso, ético moral, debiese de ir, desde lo salvaje hacia lo civilizado forzosa aunque no necesariamente, como se puede presenciar. 

El verdadero progreso de – lo humano – como universal, necesario, que nos caracteriza de humanos a saber, hermandad, amistad, familiaridad, paternidad, maternidad, etcétera, que son, los verdaderos rasgos antropológicos que denotan, en el humano una consciencia de si mismo, respecto de los demás. 

En éstos momentos de la evolución humana, se requiere de un crecimiento de la consciencia, se requiere de una humanidad real, que tenga la capacidad de auto determinarse a si misma, con la suficiente madurez, para constituyéndose a sí mima, en una sola unidad natural, en este caso, a saber, de criterio, en su transitar hacia lo virtuoso, con respecto a sus semejantes - y sin privilegio alguno - como condición de madurez; a diferencia de la naturaleza del ego, cuya naturaleza es la de competir. 

Nos encontramos al final del proceso  finalmente resulta ser, un comportarse de índole espiritual, que debiese ser espontaneo y no inducido, salido del propio proceso de selección natural, hasta ahora infalible, empero que, a pesar de todo, el mismo ya concluyó y que por lo tanto, lejos de cualquier formalismo, o miles de ellos, el ser civilizado es algo, que concierne a los valores humanos, todos - heredados por la experiencia- y transmitidos de una generación a otra (y me refiero a todo aquello que tiende a alejarnos de nuestra  condición de primates) la razón libre y espontanea, en estado salvaje, por organizados por afinidad y empatía, por decisión propia, espontánea y libre, nos permita acercarnos a nuestra naturaleza de seres divinos que radica en la consciencia, como creación colectiva. 

No se trata por lo tanto; de una virtud que se alcanza de forma espontánea, puesto que cualquier virtud, debe consistir en si misma, un concepto universal de virtud (con el consenso de todos) que de cuenta. de si inclusive de manera - a priori - a la existencia de la virtud particular, de quien, la adquiere al hacerse virtuoso.