- EL VALOR DE LA PERSONA HUMANA ES ECLUSIVAMENTE DE CARÁCTER MORAL, TODAS LAS DEMÁS CUALIDADES TIENEN SU PRECIO - 

Poco a poco, lentamente, la sociedad se va degradando y cada vez más, va decayendo la persona humana con el juguete nuevo de tener la tecnología a su disposición que se presenta cómo un proceso de degradación de la persona y la estima por los bienes materiales, que son ascendidos en las sociedades por el nuevo orden social, que se presenta cada vez más depravado y que está deshumanizándo a la humanidad. 

La diferencia entre los animales y la persona es decarácter moral, a saber, el respeto por la familia y los valores familiares, el amor por el  dinero, la fama y los bienes materiales, el conformismo de mentalidades poco críticas que se someten a la inmoralidad de una sociedad decadente en todos los aspectos y que no es más que un fenómeno muy estudiado ante la caída de todos los imperios de la historia. 

La gente se deja llevar por todo tipo de ideologías en un relativismo desenfrenado y eso mismo le transmiten a su hijos que se forman de la misma manera, provocándo la decadencia del espíritu humano y la dignidad humana, que de esta manera, está siendo abandonada, sometida y comprada con espejítos y valores pasajeros, en donde, las personas preparadas con pocos valores, poco a poco, los van perdiendo hasta convertirse en personas vacías, sin ningún valor propio y dependen todo el tiempo del valor que pueda o no darles su dinero, fama o riquezas. 

Pero el valor de la persona es de carácter moral, en su relación con las demás personas, basado en la familia tradicional - única institución social de carácter natural - de manera que debemos estar alertas para no caer en la misma degradación en la que han caído las élites, que llega a niveles dantéscos inimaginables. 

El valor con el cual se mide a la persona siempre será interno - lo eterno - su verdadero valor, todo lo demás es exclusivamente apariencia - lo pasajero - ; la satisfacción inmediata. El nuevo órden mundial en su proceso de deshumanización está aorillando a la humanidad hacia la soberbia; creer que no existe nada superior a ellos que les pueda juzgar y con su juguete nuevo están creando la nueva torre de Babél.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Ef: 6: 12) 


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