CATARSIS 

Escribo las siguientes palabras, como una catársis, en honor a la amistad que tube con mi hijo, para soltar todo aquello que me pueda causar dolor en adelante, no es un escrito destinado a nada más. De manera que puede tomarse no como un escrito sino como un tributo a una maravillosa amistad. 

Yo amo mi vida, porque la vida me ha dado tanto, tratándose, de que, no ha sido una vida común y corriente, sino todo lo contrario se ha tratado de una vida sumamente paradigmática, muy especial, plagada de aventuras, de hecho, estoy encerrado en casa de mis hijas desde hace más de doce años a manera de un hermitaño y no me equivoco en afirmar que han sido los mejores años de mi vida, en donde, aunque no lo crean, no termino de vivir las aventuras más extraordinarias que pudiera immaginarse, a pesar de que mi vida anterior fue muy agitada. 

 La relación con mi hijo fue una relación muy especial, de dos seres que el destino se empeño en separar y que a pesar de la brevedad de la relación se formó entre nosotros una relación padre he hijo, de amistad como jamás pensé que se pudiera dar. 

Por azares del destino Juan Pablo mi hijo se crió con su mamá y me fue restringido poder verlo desde los ocho años de edad, hasta los diez y ocho, cuando el quiso ir a verme ya cumplida su mayoría de edad; sin embargo, esta separacción provocó que en muy poco tiempo nos convirtierámos en grandes amigos, dado que él, desde esa primera vez que lo vi en años, me dijo; no podés mmeterte en mi vida de lo contrario ya no te vuelvo ha hablar nunca. 

El joven que tenía en frente, era un joven lleno de vida y fumaba marihuana, al igual que yo (lo mío por razones de que la marihuana me sanó de mi alcholismo y es muy buena para la epilépsia que padezco y me hace ser más creativo) que tenía ya unos cuatros años de hacerlo y eso provocó una especie de camaradería entre nosotros, como jamás me imaginé.  No pude compartir mucho tiempo con él dada la brevedad de su exuistencia por este mundo que nos unió, a los dos, en tiempo y lugar. 

Solamente pude compartir con él en dos ocaciones, una de ellas, cuando lo invité a la casa en el mar de un amigo a pasar unn fin de semana, en donde yo impartí un curso y en donde todo se llevó a cabo muy proticolariamente, poco después él me invitó a una especie de fiesta, que me dejó aterrado, empero en donde pude observar de cerca, por mi mismo, los estragos que están haciendo las drogas en nuestras juventudes y mi hijo, que había sido expulsado de su casa no era la excepción, máxime viviendo en las calles. 

Se trataba de un lugar lugubre, en donde, la tal fiesta, no era más que un sitio en el cual, un grupo de muchachos se dedicaban a drogarse con crack y piedra (creo que es el mismo crak) y en donde, hasta perdí mi computador. Sin embargo, por entablar la amistad con mi hijo de lo cual ahora no me arrepiento compartí con ellos, aunque yo solamente fumo marihuana y finalmente tube que salir huyéndo, en la Antigua Guatemala, asustado de ver un cuadro tan espantoso, me dirigí hasta una iglesia, creo que es la merced, hablé con un padre y me prestó una computadora, desdde donde llamé a mis hijas quienes pronto me fueron a recoger. 

De ahí en adelante, en los seis años siguientes fueron esporádicas veces las que pude compartir con él, cuando me llegaba a vicitar a casa de mis hijas y fumabamos un porro de vez en cuando y un par de veces que se peleó con la mujer, maleta en mano. Sin embargo, el sólo en la vida, sin nadie que lo respaldara, encontró en mi un apoyo moral ¡que importante es la moral¡ Comenzó a vicitarme y platicábamos sobre esa misma importancia.

En estos momentos de la historia él ya tenía una casa modesta en carretera a Salvador y convivía con su novia, a donde, me invitaron una tarde, empero ya era un lugar decente para vivir. 

Hasta la fecha, estoy muy orgulloso de él, porque nunca se dejó imponer nada de nadie, ni siquiera de mi que por ley era su papá, aunque no tenía autoridad alguna sobre él; prefirió irse de su casa, en donde lo tenía todo, pero no permitió que nadie abusara de él. No se cuales serían las razones jamás quiso  hablar sobre ese tema con migo, pero siempre estube orgulloso de su deseo de salir adelante; por aquellos tiempos él solamente fumaba marihuana. 

Lo que me parece maravilloso es observar como el hecho de que lo hayan separaddo de mi por tantos años, eso, haya formado en él un amor muy especial hacia mi; aunque de ahí en adelante fueron muy escasas las veces que lo pude ver, en casade mis hijas; nunnca olvidaba y me mandaba a regalar marihuana de vez en cuando. Siempre fue extraordinario. 

Lamentablemente durante los últimos seis u ocho meses, en los cuales ya cassi no lo vi, él comenzó a consummir drogas más fuertes, como opiacios y a consecuencia de eso, tubimos algunos problemas, porque yo me oponía a todas esas drogas tildándolas de criminales.

Sin embargo yo lo que quiero rezaltar es lo maravillosa que es la vida, que aunque no me dejó ejercer paternidad sobre él, me permitió tener la mejor de las amistades, sin que mediara interés alguno entre nosotros; una amistad supra natural, en la cual, mi hijo me repetaba, me quería con un amor especial, a pesar de que únnicamente habíamos convivido un par de fines de semana. 

Es decir, no importa el tiempo, sino, la calid de vida llena de amor, lealtad, fraternidad y muchos momentos felices, no importando si fueron seis años los que convivimos con vicitas esporádicas, la relación con mi hijo permitió que se formara un lazo espiritual tan fuerte entre nosotros, en tan sólo dos fines de semana que convivimos, como si, algunas personas no estubieran destinadas a tener largas vidas empero vacías, mientras otros, como las mariposas, parecieran vinir destinados a vivir poco tiempo, pero entregándolo todo brindándonos su escencia para siempre. 













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