LA DAMA DE HIELO

Bebia sin el hielo de la coca cola, desde hacía mucho tiempo,
nada excitaba sus emociones vacías, o por lo menos, así lo aparentaba; todo rescoldo de una sola historia, con siglos sin pronunciarse, como misterio encriptado bajo las arrugas de su frente, plataforma de esos ojos enojados.

La temerosa gelatina de su servidumbre, le obedecía con pánico;
complaciendo con exacta eficiencia, todos sus deseos, al pensamiento, Sus bruscas ordenes, precedidas de solemnes silencios, parecían ser verdaderas sentencias de muerte.

Maquinaria perfecta, o mujer de éxito; no importa, es llamada la mujer de hielo. Admirada junto a su elegancia por su frialdad, sus lacónicas palabras afiladas y cortantes, que hacían parecerlas como venidas de la guerra, con esa actitúd faraónica natural de desprecio, utilizada cotidianamente.

Jamás se permitió una lágrima, y sus sonrrisas mas bien son una mueca escapada del infierno.

Es un ícono de lo correcto, pero en frío, que rebalsa en poder; de ese que no diferencia, a un espécimen de un ser humano, y que lo aplastaría hasta la crueldad, por tan solo una mísera falta, hacia lo que no considerare: justo y bueno o correcto.

Servirla a ella de por vida, mansamente mejor, es aquello a lo que todos estamos condenados en esta sociedad, cuando vivmos dentro de su caparazón, a brazos cruzados, esperando la vida eterna que nos ofrece el sistema.


(CUENTO)

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